Menos mal
que los Reyes son magos porque si no, con su edad, recorrerse todo el mundo en
una noche no sería tarea fácil. Después del viaje en camello desde Oriente
llegan a nuestras ciudades y, para que recobren fuerzas ante una larga noche de
reparto, les preparamos grandes carrozas en las que pasear y saludar a toda la
gente que sale a recibirles. Lo que pasa es que hay veces que la gente no puede
salir a ver la cabalgata, ¿Qué pasa con estas personas que no pueden saludar
a los Reyes en el único día del año en que se acercan a nuestra tierra? Este
año pude comprobarlo, este año viví una noche de Reyes diferente. No me acerqué
a verlos en la cabalgata sino que fui al hospital y les acompañé cantando
villancicos de habitación en habitación, visitando a las personas enfermas. Fue
una experiencia tan bonita que no podía quedarme sin compartirla, tenía que
contároslo.
Si en algún momento habéis pensado que los
Reyes son solo cosa de niños y que con los años la magia e ilusión desaparecen
permitidme decíos que estáis muy equivocados. Probablemente creáis esto porque
no habéis tenido la oportunidad de ver la cara de los señores mayores cuando
desde su cama del hospital veían entrar a Melchor, Gaspar y Baltasar a la
habitación, acompañados de acordeones y guitarras, cantando animados
villancicos. Probablemente no hayáis visto sus sonrisas ni sus interminables
lloros no sé muy bien de qué, quizás alegría, quizás tristeza, quizás
simplemente emoción.
Y sí, he de reconocerlo, a veces yo también
me emocionaba. Me emocioné cuando una señora nos pidió que entráramos a su
habitación y le cantáramos un villancico y, mientras Melchor y Gaspar bailaban
juntos, no dejaba de darnos las gracias por acompañarle en esa noche. Me
emocioné también cuando una pareja de señores muy mayores recibieron de manos
de Gaspar un regalo con dedicatoria de su hija Elena que, aunque esa noche no
estaba ahí, no dejaba de acordarse de ellos. Me emocioné cuando, una vez
abierto el regalo, sacaron de la habitación una vieja cámara de fotos, de esas
con carrete y un flash que te deja ciego, y pidieron a la enfermera que les
sacara una foto con los tres Reyes Magos. Tampoco puede evitar emocionarme cuando
Gaspar buscaba como loco por la habitación a una señora que no estaba en la
cama y acabó encontrándola en el pasillo, con la lágrima en la mejilla y
persiguiendo a Baltasar para que le diera un abrazo.
Sin embargo, cuando una señora desde su cama,
sin poderse levantar, nos dijo que después de todo eso estaba segura de que se
iba a mejorar, me di cuenta de que no era momento para ponerse triste. Era
momento para no dejar de sonreír y contagiar esa alegría a todas las personas
que nos íbamos encontrando por el hospital, porque bastante tienen con su día a
día. Por eso mismo entramos todos a psiquiatría y, reyes, pacientes y toda la
comitiva que les acompañábamos, bajo la música de dos acordeones, nos pusimos a
bailar juntos la conga.
Y es que estas personas ya iban a tener
tiempo de volver a sus preocupaciones y dolores a la mañana siguiente, pero esa
noche era una noche de magia e ilusión. Como todos los años los Reyes Magos
habían llegado al hospital cargados de alegría, esperanza y muchas sonrisas y
yo tuve la oportunidad de comprobarlo de primera mano. Acabo con una frase que
oí casualmente por el pasillo a una
enfermera y que, sin duda, me parece que describe perfectamente todo lo que vi ayer: “dicen que los Reyes Magos tienen que
ver con la magia pero aquí vemos que no, la noche de Reyes no es algo que tenga
que ver con la imaginación o la ilusión, es algo muy humano, lo más humano que
hemos visto entre estas paredes desde hace mucho tiempo”.
Simplemente perfecta.
ResponderEliminarUna noche como la del cinco de enero no deja indiferente a nadie y menos a personas recluidas en un hospital.
Llantos los hay de todos tipos pero ciertamente los Reyes Magos son magos por eso, por alegrar una fria noche de enero a todas las gentes.
Bien dices que no es algo solo de pequeños pero creo que, junto con las escenas descritas, no olvidaré la cara de la niña que yendo a visitar a su abuela se encontró cara a cara con Sus Majestades. Deberíamos recuperar un poco de su inocencia.