Hoy en día tenemos la costumbre
de vivir muy cómodamente. Las cosas son preferibles cuando no suponen demasiado
trabajo. Tenemos tantas cosas al alcance de nuestras manos que no nos merece la
pena esforzarnos por llegar a otras más lejanas. Estamos rodeados de todo lo
que necesitamos para vivir tranquilamente, así que tampoco hace falta ir más
allá a buscar algo nuevo.
Aun así, todos hemos sido
conscientes de que aquello que nos sirve para vivir más cómodos no siempre nos
sirve para vivir más felices. Contamos con numerosas cosas en nuestra vida,
pero muchas veces sentimos que nos falta algo. Son una multitud de cosas que no
llegan a saciarnos del todo.
El problema aparece cuando, al
sentirnos así, nos dedicamos a esperar. Esperar a que aparezca algo que termine
de llenarnos. Esperar aquello que sentimos que necesitamos. Esperar a que
llegue una oportunidad. Y es que muchas veces hemos oído decir que a quien
espera, a quien tiene paciencia, la vida le brinda su oportunidad y claro, nos
lo terminamos por creer.
Sin embargo, las oportunidades no
llueven del cielo. Las oportunidades no le llegan a quien sabe esperar sino a
quien las sabe buscar. Las oportunidades nunca llegan solas sino que van
precedidas por largas horas de trabajo y esfuerzo. Llegan, sí, pero llegan a
quien se las gana.
Por esto, no tiene sentido alguno
vivir cómodamente, por lo menos no para aquellas personas que no se conforman
con aquello que les va llegando. No tiene sentido conformarnos con lo que
tenemos mientras soñamos con aquello que deseamos. No tiene sentido conformarse
y esperar, sino ir y confiar. Pero eso sí, si decidimos que vamos a luchar por
lo que queremos hemos de estar dispuestos a salir de esta zona de comodidad en
la que hemos ido construyendo nuestra vida.
Salir de esta zona puede
conllevar incomodidades. Conllevará esfuerzo, dedicación y persistencia.
Tendremos que estar convencidos de qué es lo que queremos y de que eso merecerá
la pena. Puede que nos caigamos muchas veces, puede que no veamos el final, que
a cada paso nos veamos más lejos, que parezca que no avanzamos, pero, aun así,
hay que hacerlo.
Puede que haya días que estemos
hartos, puede que haya días que nos cansemos de caminar. Habrá momentos más
duros, pero hay que acostumbrarse. Hay que acostumbrarse a que lo fácil no
siempre es lo mejor, a que la posición más natural es la de estar de pie, no
sentado. Acostumbrarse a ir a por lo que uno quiere en vez de acostumbrarse a
querer lo que a uno le va llegando.
Y hay que hacerlo porque la única forma de alcanzar grandes cosas es volar hasta ellas. Si te caes, levántate. Si el objetivo está lejos, camina. Caminando se avanza y avanzando las cosas se alcanzan. Si fallas, persiste. Un fallo más es un escalón menos. Dedica tu tiempo, dedica tus fuerzas y nunca pierdas la esperanza porque “sólo aquel que lucha por lo que quiere se merece lo que desea”.
Siempre que entro en el blog acabo releyendo esta entrada. ¡Me da energía!!! Está claro que la comodidad es contraria a la felicidad... aunque un rato tirada en el sofá viendo una peli o leyendo un libro resulta de lo más agradable^^ Me ha encantado eso de "la posición más natural es la de estar de pie, no sentado". ¡Ay que me gusta, me gusta, me gusta como escribes!!
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